domingo, 9 de junio de 2019

Y los Reyes Magos se quedaron esperando

- ¿A qué mierdas huele en esta casa? ¿Has matado a alguien y lo has enterrado en nuestro piso? Confiesa. Tranquila, nunca se lo diré a nadie. Jamás te delataría.
- Jaja. Es incienso tonto. Sirve para meditar.
- ¿Medi qué?
- Meditar. Desconectar. Poner la mente en blanco. No pensar en nada. Mi maestro yogui dice que el incienso ayuda.
- Espera un momento. ¿Tu qué?
- Mi maestro yogui. ¿Te estás quedando sordo o qué te pasa?
- Joder nena. Aquí huele a cementerio. Seguro que los que están en los cementerios no piensan. ¡Ah! Ya lo entiendo. Todos vamos camino de eso supongo.
- Déjame explicarte tonto. Estoy yendo a clases de yoga. Me ayuda a controlar mis emociones, ¿sabes? Mi maestro yogui me ha aconsejado meditar a menudo.
- ¿Le pagas a un tío para que nuestra casa huela a cementerio? ¿Y qué será lo próximo? ¿Te dirá que tus emociones son solo nubes negras? "Átalas a una cuerda." -te dirá- "Y luego sube a lo más alto de la montaña y déjalas allí". ¿Sabes? Puedes asomarte a la ventana. Mira a toda esa gente. Con todas esas sonrisas pintadas en sus caras. Sus coches, sus casas, sus trajes de marca. Se creen felices. Han dejado de sentir por sí mismos. Solo hacen lo que les han dicho que hagan. Se conforman. ¿Quieres ser como ellos? Tú no, por favor. Tú no. Tu maestro yonki no tiene ni puta idea.
- Maestro yogui
- Maestro yonki. Maestro yogui. ¡Qué más da! Vende humos. Eso es lo que es. Esta casa apesta.
- Intento aprender a controlar mis emociones y a conocerme a mí misma. Nada más. Y tú deberías hacer lo mismo. Ese carácter tuyo no te trae más que problemas.
- Las emociones son la más pura esencia de la humanidad. No serías nadie si las controlaras. Bueno sí, quizá un robot. No me gustan los robots. No los entiendo. Me incomodan. Supongo que por eso no me gustan la mayoría de las personas.
- No todo el mundo es como tú, ¿sabes? Tú te alimentas de tus pasiones. Haces lo que te da la gana sin importarte nada más. Al resto del mundo nuestras pasiones nos consumen. Necesitamos atarlas en corto. ¿Entiendes?
- No entiendo nada. Tú eres puro fuego. Puedes intentar ponerte un bozal, pero no dejarás de querer morder y lo sabes. A los caballos salvajes nadie les pone herraduras.
- Cariño, necesito algo más que eso. Necesito que las cosas tengan sentido. No encuentro la razón en mi fuego. Arde sin control. Solo busco respuestas. ¿Tan malo es eso?
- ¿Sentido? La razón... La razón es una puta, acomodada y mentirosa. Todo esto: nosotros, la vida, la muerte, el tiempo. Tic tac. ¿Lo sientes? Todo esto es real. Aquí tienes tus respuestas. ¿Qué hay de malo en ser uno mismo?
- No me entiendes. Nunca me entiendes. ¿Ahora me vienes con ser uno mismo? ¿Crees que por ser tú mismo eres mejor que el resto? Te crees genuino. No haces caso a nadie. Ni siquiera a eso que tienes por conciencia.
- Yo no tengo conciencia. La desterré de mi vida hace tiempo. No soy nadie. Solo soy yo. Es perturbador, ¿no crees?
- A veces me gustaría que dejaras de ser un puto inadaptado. Eso me encantaría.
- Nena...
- ¿Qué quieres ahora?
- Has dicho puto.
- Sí. ¿Ves? Me haces blasfemar. Me sacas de mis casillas. Todo el incienso del mundo no conseguiría librarme de ti ni en mil años. Nunca te rindes.
- Me rendí hace tiempo. Me rendí el día que te conocí. Y no hay maldita razón  que pueda separarme de ti. Te quiero. Y ahora abre las ventanas por favor. Los dos acabaremos en el cementerio. Pero hoy no nena. Hoy no. 

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