miércoles, 16 de octubre de 2019

ELIMINACIÓN


En primera ronda de eliminación me toco Rodrigo Granero. No era nuevo en el circuito pero para mí era un pardillo. Lo vi llegar desgarbado y con las greñas que casi le tapaban los ojos.

Tuve un mal día. En cuatro hoyos la bola estuvo a punto de entrar pero no conseguí el birdie. Llegamos empatados al último cuando debería llevar tres o cuatro golpes de ventaja. Era un par cuatro, largo pero rectilíneo y con el green en alto. Le tocaba empezar a él. Me fije como agarraba el hierro equivocado para su golpe. Tenía el aspecto de un labrador que va a levantar terrones. Con el hierro demasiado ligero su golpe fue corto. Tuvo la fortuna que quedo sobre una loma desde donde podría apuntar bien a la bandera.

Bien concentrado di mi golpe que salió centrado en la calle. El viento lo desvió a la izquierda y mi bola pasó velozmente junto a la de Rodrigo y la perdí de vista por lo abrupto del terreno.
Se me agrió el gesto al ver que mi bola había perdido velocidad en una vaguada por la que acabó fuera de la calle. Otra vez tendría que golpear en la hierba para tratar de meterla en el green. Di un potente golpe. La bola frenada por la hierba no logro alcanzar su destino por muy poco y rodo hasta la arena. El bunker a la izquierda del green atrapó mi bola.

Vi a Rodrigo sonriente en la loma agarrando su palo como si llevara un bate de béisbol. Con una postura incorrecta lanzo un tiro algo desviado a la derecha. El cabrón afortunado consiguió evitar el bunker de aquel lado y la bola entro en el green a más de quince metros del hoyo.

Aún tenía posibilidades si daba un golpe perfecto para sacar la bola del bunker. Debía golpearla por debajo para hacerla rodar sobre sí misma y que rebotara en el Green cerca del hoyo. Lo conseguí.

Para ganar Rodrigo tenía que embocar desde lejos. Puso sus rodillas en horrible postura en la que parecía que iba a cagar en vez de golpear. Lo suyo más que un golpe fue una pedrada. La bola salió con tanta fuerza que parecía que saldría del green por el otro lado. Pero no fue así. Al pasar por encima de hoyo completamente centrada la bola penetró en vez de proseguir el recorrido que yo esperaba.

Ahora a aguantar a la prensa en tropel. A tener que felicitar al ganador para que no digan de mí que soy un engreído. Me rumiaré mi deseo que Rodrigo Granero, el gañan de la greña, pierda mañana como he perdido yo. Mereciendo ganar.

José Luis