lunes, 10 de diciembre de 2018




             VIDAS   TRUNCADAS



   Thomas no podía hacerse a la idea de que su final estaba cerca, le habían pronosticado unos
meses de vida tan sólo, su enfermedad había avanzado rápidamente. El tratamiento estaba siendo
muy agresivo y le dejaba sin fuerzas para seguir adelante.
  La melancolía le invadió y los recuerdos de los mejores momentos de su juventud le vinieron a la mente, cómo si el tiempo se hubiese detenido en esa etapa de su vida, y lo que le estaba sucediendo
ahora sólo fuera un mal sueño del que no lograba despertar.
  Recordó, cuando no tenía preocupaciones, cuándo sólo tenía qué acudir a estudiar la carrera de Medicina y disfrutar con sus amigos, jugar al tenis, la música y el cine. No había que pensar en las preocupaciones de la vida cotidiana de un adulto con hijos y esposa, de los gastos mensuales, la hipoteca, los estudios de los niños. En esa etapa de su vida su única preocupación era aprobar las
asignaturas de cada curso y el tiempo que pasaba con su grupo de amigos. Le gustaría poder quedarse
en esa etapa de su vida, pero sabía que por mucho que se esforzase en querer volver eso era imposible, sabía que el retorno al pasado sólo se producía en las novelas o en el cine.
  Una voz le hizo volver al presente, era la voz de su esposa Judith preguntándole si se encontraba
bien y si quería recibir a una compañera que se interesaba por él, ambos realizaban juntos las operaciones de los pacientes que trataban en sus correspondientes consultas de cirugía en el hospital
donde trabajaban, Thomas le contestó que en ese momento no estaba con ánimos de hablar con nadie.
  Thomas cuando se licenció empezó su peregrinaje buscando una plaza en un hospital, tuvo que
presentarse a varias oposiciones hasta conseguir una plaza en un hospital de Boston, el Boston
Medical Center, allí empezó como médico residente hasta llegar al puesto de cirujano jefe. Su
trabajo le apasionaba, era un buen profesional, pero tal era su entrega en el trabajo que llegaba
a olvidar que tenía una una vida fuera del hospital, pues tenía una familia con dos hijos.
  A veces alargaba tanto su estancia en el hospital revisando las historias de los pacientes que
llegaba a casa cuando los niños ya estaban dormidos y no podían disfrutar de unos momentos con su padre.
  Judith a pesar de quererle y comprerder su pasión por su profesión, se quejaba de que no les dedicase el mismo tiempo que a sus pacientes.
—Los niños crecen deprisa y eso primeros años de su infancia no volverán y te los estás perdiendo
casi todos— le dijo.
   Thomas se justificó y le prometió que intentaría administrar mejor su tiempo y volver antes a casa
para estar con los niños.
    A pesar de las promesas su vida transcurría igual, no llegaba antes y si lo hacía el cansancio le impedía dedicar tiempo a sus hijos.
   El hospital tenía por norma realizar unas pruebas médicas a todo el personal cada cierto tiempo,
Thomas como los demás también estaba obligado a realizarlas, pidió fecha y hora, sé hizo las
pruebas y esperó a que le llegasen los resultados sin sospechar ningún imprevisto. Siguió con
su trabajo diario, sus operaciones y su vida familiar, no le dio importancia a las pruebas, nunca había
tenido problema con los resultados y estaba. No encido de que estos saldrían igual, se en contra a perfectamente.
   Una mañana le llamaron para que pasase  recoger los resultados y hablar con el médico correspondiente, Thomas se sorprendió pues habitualmente se los hacían llegar con un informe
a la consulta. Acudió el día que había sido citado sin pensar en lo que se iba a encontrar, estaba convencido que habría cambiado el protocolo. Entró en el despacho del compañero y este le indicó
que tomase asiento con tono grave, le mostró los resultados de la analítica y de las demás pruebas
sin mediar palabras, Thomas repasó los resultados y se sobresaltó, no daba crédito a lo que estaba
observando. Ambos coincidieron en qué había que realizar más pruebas a la mayor brevedad
para confirmar o descartar que hubiese una enfermedad grave.
    Thomas salió aturdido del despacho, pese a estar acostumbrado a estas situaciones en algunos
de sus pacientes, no estaba preparado para ser él a quién le sucediese. Tomó la decisión de no decirle
nada a Judith hasta saber los resultados de las pruebas, pues podría no ser nada.
   El resultado confirmaron que había un tumoracion y que parecía maligna pues se apreciaban
varios órganos afectados probablemente por metástasis. Se decidió extirpar el tumor maligno y seguir con sesiones de quimioterapia para frenar la enfermedad.
   Thomas comprendió que no podía ocultárselo por más tiempo a Judith, aprovechó que los niños estaban con sus abuelos para hablar tranquilamente y exponerle el problema.
    Judith primero se alarmó, luego se enfadó por habérselo ocultado, cuando se tranquilizó le dijo que afrontarían juntos la enfermedad, ella estaría a su lado y seguro que saldría y adelante.
   Los días seguían pasando sin que su estado de ánimo mejorase, él sabía como profesional lo que
sucede cuando van fallando órganos tan importantes para el funcionamiento del organismo.
   Tan sólo habían pasado diez meses desde que le diagnosticaron el tumor pero fue muy tarde, las
células cancerígenas ya habían pasado a la cadena linfática alcanzando poco a distintos órganos.
Se le extirpó el tumor y se le dieron sesiones de quimioterapia, pero la quimioterapia no había estado dando los resultados esperados.
   Sus hijos eran todavía peque, Judith había dejado momentáneamente su trabajo para atenderle, ella preferían no delegar en una persona extraña, ellos dos estaban muy unidos y se habian apoyado
siempre uno al otro desde que se conocieron y formaron una familia. Una de las preocupaciones de Thomas era como lo superarían sus hijos, pues él sabia que Judith lo iba a pasar muy mal cuando
 llegase ese día, pero también sabía que tenía una gran fortaleza y que se crecía ante las adversidades
como había demostrado en diferentes ocasiones.
    Una tarde su hijo pequeño de cinco años le trajo un dibujo que había realizado par el, Thomas
sonrió y una lágrima se deslizó por su mejilla, supo en ese momento qué debía hacer un último
esfuerzo para disfrutar de los últimos días junto a su familia y darles lo mejor de él.
    Ahor comprendía que el tiempo se le habían ido de un plumazo, ya no tendría que plantearse
dedicar más tiempo a su familia, su vida estaba llegando a su fin y no podía remediarlo, así como tampoco sus errores.
     Sólo con la hibernación para que lo despertasen cuando hubiese un tratamiento eficaz al cien por cien, pero su familia, amigos y compañeros no estarían, estaría él sólo con desconocidos en otra época, era pura utopía.
   A partir de ese momento dejó de pensar en su final y dedicó su tiempo a jugar con sus hijo, a salir
al parque con su familia cuando sus fuerzas se lo permitían. Volvió a apreciar los pequeños momentos
junto a los suyos y poco a poco comprendió que la vida le había dado una última oportunidad de ser feliz, en ese momento se sintió preparado par afrontar su final.
   La enfermedad seguía su curso y las molestias eran cada vez más difíciles de soportar, a pesar
de sus esfuerzos por mantenerse fuerte delante de sus hijos llegó el momento en qué tuvo que
pedir sedación para poder soportar los fuertes dolores que le aquejaban. Primero fueron pequeñas dosis que aún le permitía estar un poco despierto, pero poco a poco fue necesitando mayor sedación .
El final estaba cerca y él ya estaba preparado para ello.
    La sedación llegó a un grado en qué ya no sentía ningún dolor, pero tampoco podía mantenerse
despierto. Judith sé mantuvo junto a él hasta sus últimos momentos. Una mañana soleada del mes
de Enero su corazón dejó de latir, había dejado de sufrir, el final par él había llegado. Judith no pudo llorar, había llorado cuando nadie estaba presente y habia intentado qué ni Thomas ni los niños se
dieran cuenta de su sufrimiento, sabía que siempre viviría en su corazón. Empezaba par ella una
etapa muy dolorosa pero la tenía que afrontar con mucha entereza y serenidad, le correspondía a
ella sola ocuparse de los niños sin la ayuda de Thomas, sería un gran vacío en su vida pero debiay hacerlo por sus hijos.


                                Ofelia  V.  F.

Tercer relato del Taller de narrarativa

1 comentario:

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