lunes, 28 de enero de 2019

Lágrimas en la lluvia

Me despierta el sol de mediodía que se cuela entre las rendijas de la persiana. Aunque no hace calor estoy pegajosa y espesa como después de una larga siesta de verano. No aguanto más en la cama. Le doy un codazo a Javi para que despierte.

—Te toca hacer el café —Javi gruñe— Vamos, llevo haciéndolo yo toda la semana —no obtengo más respuestas.

Resignada me levanto, pongo la cafetera y me siento a esperar en la encimera de la cocina. Puedo escucharlo roncar desde aquí. Cuando el aroma a café inunda la cocina Javi asoma su cabeza por el marco de la puerta.

—Al olor de la sardina el gato ha resucitado, ¿Eh? —me mira con el único ojo que es capaz de tener abierto mientras se rasca el culo— Podríamos ir al museo, hoy es gratis. He visto que hay una exposición sobr...

—Creo que no hay leche.

—¿Qué? Sí ayer todavía quedaba una en la nevera —abro el frigorífico y compruebo que queda un último brick del que caen dos pequeñas gotas que apenas manchan el café— Podrías haberlo tirado.

—Podría. Espera que me despeje un poco y bajaré a por víveres —Javi se sienta y empieza a liarse un cigarrillo con tanta calma que me irrita.

—Déjalo. Voy yo, así me dará un poco el aire —improviso una pequeña lista en un post-it y me hago un moño sujetándolo con el lápiz.

—Pilla una película en el videoclub, ya que estás.

Fuera de nuestro pequeño apartamento hace un día fresco de primavera y un fuerte olor a azahar recorre las calles del barrio. Compro un par de bricks de leche y montón de chocolatinas "Mars". A Javi le encanta ponerlas al sol y comérselas cuando el caramelo se ha derretido.

Entro al videoclub. Nosotros somos casi sus únicos clientes y el dueño siempre nos regala los pósters cuando los retira del escaparate. Hay una cara nueva tras el mostrador. Buenos días. Por alguna razón que se me escapa me ruborizo. Estudio su rostro mientras me paseo entre las hileras de estanterías. Él alza la vista y me caza observándole. Me pongo tan nerviosa que cojo la película que más a mano tengo y me dirijo a pagar.

—He visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser.

—¿Disculpa? —genial, el dependiente se ha roto.

—Perdona. Te estoy destripando un poco la película. ¿Nunca has visto Blade runner?

—No, es mi primera vez —¿Por qué habré dicho eso? Echo un vistazo a la caratula. La última vez que Javi y yo alquilamos esta película acabamos tan profundamente dormidos que se nos cayó la baba.

—Es una maravilla de la ciencia ficción, te gustará —tiene los ojos de un verde intenso, hace rato que he dejado de escucharle.

—¿Perdona?

—Que serán dos cincuenta —me pongo tan nerviosa que se me engancha la bolsa de la compra con la cremallera del bolso y se me caen las chocolatinas— ¿Son todas para ti? —su rostro es tan simétrico que me hace sentir incómoda y me entra la risa floja— Por cierto, no me he presentado. Soy Héctor, el sobrino del dueño —estoy recogiendo la última chocolatina cuando me tiende la mano. Quiero salir corriendo de allí, o que me trague un agujero de gusano, o que quemen mi ficha (con todas las multas por retraso) y no volver nunca.

—Olivia, encantada —quiero perderme en ese rizo que le cae sobre la frente.

—Nos veremos por aquí, entonces. Ya me dirás qué tal —quiero pellizcar el lóbulo de su oreja izquierda.

—¿El qué?

—La película —quiero deslizar mis dedos sobre la perfecta línea de su mandíbula.

—Oh, claro, la película.

Empiezo a parecer un replicante, así que torpemente me despido y salgo por la puerta intentando no hacer más el ridículo. Cuando llego a casa Javi está roncando de nuevo, esta vez en el sofá. Se ha quedado dormido con el cigarrillo en la mano. Le lanzo una chocolatina y resopla como un cerdito.

—¿Qué peli has traído? —se incorpora y deja la chocolatina al sol en el alféizar de la ventana.

—Blade Runner. Entonces, ¿no vamos a ir al museo? hace un día estupendo, podrías ducharte y...

—¿Blade Runner?, si es un coñazo.

—Pues yo la quiero ver. Además, me han dicho que es una obra maestra de la ciencia ficción.

Javi suspira pero se levanta y fríe unos huevos mientras yo pongo el DVD. Nos sentamos en el sofá y a la media hora de metraje está roncando otra vez. La chocolatina “Mars” se ha derretido en el alféizar y en la televisión Rutger Hauer da vida al replicante Roy Batty: Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir. Sonrío.


Hada

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