domingo, 21 de octubre de 2018

RELATO DE JOSE LUIS

Me quedé mirándola. Me atrajo como si fuera la reina de la habitación. Me costó descubrir lo que no cuadraba y ella era. Un objeto pequeño me indicaba que lo sucedido no era la imagen mostrada. Nos habían llamado para el levantamiento del cadáver de un hombre anciano. Todo apuntaba a una pacífica muerte en la cama. Algo en aquella habitación no cuadraba y era la dentadura postiza en la mesilla de noche. El forense era nuevo y le señalé la dentadura. Me miró con cara de no entender el mensaje. - ¿No le parece extraña? - ¿La dentadura? ¿Por qué me lo iba a parecer? Imagino que la mesilla y el baño son los sitios lógicos ¿no?. Sonreí y le dije: - Póngase en el lugar del muerto, ¿dejaría usted la dentadura en la mesilla sin ponerla en un vaso con agua? Pensé que forense era bastante joven y no debía tener a nadie en su familia que usase dentadura postiza. Vi su cara de sorpresa. Habíamos visto una casa aseada, incluso demasiado aseada para un hombre que vive sólo. Era difícil de encajar que una persona tan cuidadosa con la casa olvidara llevar un vaso con agua a la hora de acostarse. Había hablado con el sobrino del finado mientras esperábamos la llegada del forense y del secretario judicial. Fue él quien había descubierto el cadáver. Me contó que todas las mañanas que libraba iba a verle y a pintar con él. Esta vez lo encontró muerto en la cama. Ahora se encontraba en la cocina hundido en sus pensamientos. Tenía una relación especial con su tío, desde que este enviudó relativamente joven su sobrino fue casi un hijo para él. En especial porque era el único sobrino que amaba la pintura como su tío. En la puerta de la vivienda se encontraban varios vecinos. No se habían perdido detalle desde la llegada de tantas personas extrañas a la finca. Les pregunté si alguno había notado algo extraño en las últimas 24 horas. Ninguno había notado nada especial, pero todos corroboraron lo que dijo el primero: Su vecino era una persona muy afable y tenía buena relación con todo el vecindario. De hecho algunos de ellos tenían cuadros pintados por él. En todos los casos los había regalado y, debido al valor de su firma lo consideraban un regalo muy valioso. Estando en esa conversación me llamó el forense y me dijo que tenía razón, la posición del cuerpo en la cama no era natural, lo debían de haber movido o puesto sobre ella una vez muerto, se veían marcas en el cuello que podían ser de estrangulamiento y calculaba que habría fallecido unas 12 ó 14 horas antes. Volví a hablar con el sobrino. Le pedí que me contara más sobre el trabajo de su tío y que es lo que estaba pintando últimamente. Pasamos a la habitación donde pintaban ambos y al Vi su cara de rabia. Acaba de darse cuenta que a su tío lo habían asesinado y robado. Se puso a insultar, a blasfemar y amenazar de muerte a quien lo hubiese matado. Le dejé que se explayara. Comprendía su estado era como si le acababan de quitar, no sólo a su tío, sino también aquellos tres cuadros. Le habían robado una parte de su vida. Cuando se tranquilizó un poco le pedí que me los describiera o si tenía alguna foto de ellos. Las llevaba en el móvil y me las pasó. Inmediatamente llamé al Comisario para decirle que se trataba de un asesinato con robo y que viniera la científica con todo su arsenal. Luego recorrí la casa con el sobrino para comprobar si faltaban más cosas. Comprobamos que no había nada de dinero ni en la casa ni en la cartera del tío. Tampoco estaba la cubertería de plata que tanto amaba su difunta tía y que su tío conservó sin utilizarla desde que ella murió. Había algo que no me cuadraba, al parecer la puerta estaba cerrada con llave cuando llego el sobrino. Por eso le pregunté quien tenía las llaves de la casa. - Hay cuatro copias de las llaves, las suyas, las que yo tengo, las de mi madre que viene a ayudar a mi tío a limpiar una vez al mes y las de reserva que se encuentran en el armario del recibidor. Fuimos a ver las llaves de repuesto y comprobamos que no estaban en su sitio. En eso llegaron los de la científica y nos salimos para dejarlos trabajar. Le dije que le llamaría por si necesitábamos algo y salí a la calle. Desde allí llamé al comisario para pedirle que tanteara con los contactos del mercado negro la puesta en circulación de tres obras del reconocido pintor que acabábamos de encontrar muerto y que preparara al equipo del mercadillo de los domingos para que siguiera la cubertería de plata. Cuando hay algo que no me termina de encajar me gusta salir a espacios abiertos para observar y repasar los detalles que me he dejado. La primera sensación que me vino fue que el espacio no era tan abierto. Enseguida supe por qué. La calle peatonal y estrecha en la que me encontraba era una zona bien conocida para la policía por el club de striptease que se encontraba enfrente del portal. A esas horas de la mañana se encontraba cerrado y la calle era muy tranquila, pero en la noche el ambiente y la actividad era bien diferente. Mirando la puerta del club me llamo el comisario. - Vicente has acertado. Esta misma mañana se han puesto en contacto con un perista para tratar de colocar los tres cuadros. Yo sólo dije el nombre del pintor, él mi habló de los tres. Se trataba de un perista con el que recibíamos mucha información a cambio de dejarlo trabajar. Lo llamé enseguida y me dijo que había quedado con la persona en cuestión para verlos ese mismo día a las 7 de la tarde. Acordamos que yo me haría pasar por él y me dio la dirección de la cita. No me lo podía creer cuando la oí, tuve que levantar la cabeza para mirarla, era en el club de striptease que tenía enfrente de mis narices. Con esa información me vino a la memoria lo que habían dicho los vecinos: El pintor se llevaba bien con todo el vecindario. En ese momento se armó en mi mente la escena de todo lo sucedido. Me fui hacia la oficina con una sonrisa pensando en lo que me pondría para la cita. Iba a batir mi record: ¡En un solo día resolver un caso considerado muy grave! Supe en ese momento que recordaría toda mi vida este caso gracias a una dentadura postiza. II Cuando llegué a la central me llamó el comisario y me indicó que fuera hablar con los de servicios jurídicos. Cuando estuve con ellos me pidieron que les explicara mis planes para esa tarde. No me sentó nada bien pero se los conté con todo detalle. La contestación que me dieron me dejó totalmente descolocado. - No puedes detener a nadie en un lugar privado sin un permiso de un juez para entrar en él. Además el propietario de la vivienda o quien te reciba no sabrá que eres policía. Es tu obligación identificarte para entrar. - Sabemos que un asesino y ladrón estará en un sitio a una hora determinada y con material robado ¿no podemos detenerlo? - Así no, si lo haces así al día siguiente estará en la calle y tendrás un expediente abierto por detención ilegal. Salí de allí con el ánimo por los suelos, me sentía como un niño al que le habían quitado un caramelo. Estaba caminando por el pasillo de la central recordando una imagen de mi infancia en la que aprendí el significado la frase “mi gozo en un pozo” cuando me crucé con un viejo policía que me conocía desde que entré en el Cuerpo. Me vio tan abatido que me preguntó lo que me pasaba. Como tengo mucha confianza con él se lo conté. - Por lo que me dices nadie te ha contado el caso del Goya robado hace unos 35 años. - Pues no En menos de 5 minutos me contó cómo se montó la operación para recuperar el cuadro. No me lo podía creer. Le di un abrazo y eso que los policías sólo nos los damos cuando nos despedimos a algún compañero muerto. Me fui a hablar con el Comisario y le conté el plan. Aquella tarde a las 7 horas y 2 minutos llamé a la puerta del club de striptease. Inmediatamente me abrió un hombre joven bastante corpulento y me identifiqué como un tasador enviado por el perista. Tras dudar un poco miró en la calle a un lado y al otro. No vio nada sospechoso, gente caminando, un barrendero en un lado de la calle y uno hombre limpiando los cristales de la pastelería. Me invitó a pasar. Nada más entrar en mitad de la penumbra nos cruzamos con una joven esbelta y el hombre que me atendió en la puerta le dijo: - Cuqui. Aprétale a la de la limpieza que se nos hecha el tiempo encima y tenemos que abrir a las 8 en punto. Cuqui se fue sin decir nada pero me miró de arriba abajo con cara de preocupación. Tal y como imaginaba entramos en una sala privada con una gran cama y con escasa iluminación. Encima de la cama se encontraban los tres cuadros. Tras pedirle con un gesto permiso cogí uno de ellos y me quedé mirándolo con detenimiento. Luego miré los otros dos. En todos los casos acerque mi mirada a la firma y le dije: - Parecen auténticos, pero necesito luz natural para verificar que no sea una buena copia. - ¿Cuánto puedo conseguir por ellos? - Si son buenas copias podrían valer unos mil euros los tres. Pero si son originales podrían valer más de cien mil cada uno. No se lo pensó. Se había tragado el anzuelo y salimos a la calle con uno de los cuadros. Nos cruzamos con la tal Cuqui cerca de la sala privada y salimos al exterior. Allí con el cuadro en la mano me dirigí a la esquina donde aún daba el sol y me acerqué el cuadro a la cara mirando la firma. En ese momento el barrendero y el limpiador de cristales agarraron cada uno de un brazo al joven y lo esposaron con las manos a la espalda. Inmediatamente le leí sus derechos. Cuando lo miraba observé como se terminaba de cerrar la puerta del club deltrás de él. Mientras le decía al joven de qué se le acusaba este solo decía repetidas veces: “Yo no lo maté”. Me di cuenta que había alguien más en lo ocurrido y aprovechando que el club estaba justo enfrente del patio del edificio donde vivió el pintor me dirigí allí con el cuadro en la mano y llamé a la puerta del único vecino que vi asomado a la ventana viendo la detención. Imaginé que tras la mirilla de la puerta del club alguien me estaría mirando y quería que me vieran entrando con el cuadro. En ese momento llegó el furgón de la policía a llevarse detenido al joven que según la documentación que llevaba encima se llamaba Mario. III A las 2 de la mañana fui a relevar al compañero. Había elegido ese horario porque - Fuí la primera en salir al escenario y me encontré con un anciano con la boca abierta como si no hubiese visto nunca a una mujer semidesnuda. Lo vio recolocándose la dentadura postiza que casi se le cae de tanto abrir la boca. En aquel momento no pude reprimir una risa. Después todo fue diferente lo vio hablando acaloradamente con Mario. Me acerqué a ellos. El pintor quería que posara pare él, no le interesaba ver otras chicas, quería que fuera yo. Me prometió 300 euros por sesión. Esto ablandó a Mario. - ¿Mario decide por tí? - Es mi novio. Como vivimos por encima de nuestras posibilidades y acumulamos deudas en vez de dinero Mario preparó un plan para robarle al viejo. Yo iría a su casa, cuando me cambiara de ropa abriría la puerta para que él pudiera entrar, así cuando él me llevase a la cama Mario se llevaría todos los cuadros. Me imaginaba en la cama con el viejo y me sentía fatal, pero él me convenció que con el robo seríamos millonarios. - ¿Qué sucedió en esta casa cuando viniste? - Al principio fue todo perfecto, el pintor me dio una bata blanca. Quería que estuviere completamente desnuda debajo de la bata. Lista para entrar en la sala de pintura abrí la puerta de la calle y al entrar en la sala me quedé sorprendida al ver los cuadros colgados. Sentí que aquella mujer podría ser yo misma en el futuro. Mi parecido con ella era espectacular. Me quedé mirándolo sin saber que decir y comprendiendo porqué me quería a mí como modelo. Él sonrió y me explicó que su mujer había muerto hacía tiempo. Que ya tenía retratada a la mujer que amaba. Que lo que quería conmigo era obtener el retrato de la mujer de la que se enamoró y que esa era una oportunidad única para él. Paró un momento de hablar. El recuerdo de aquella frase y la emoción que le producía la enmudecieron. Luego siguió con su narración me dijo que en aquel momento deseó no haber abierto la puerta a Mario. Que sintió asco de aquel novio que la utilizaba y una ternura inmensa por aquel anciano y que sucedió lo peor que podía pasar. - ¿Qué paso? - Mario hizo ruido al pisar la única tabla de madera del suelo que crujía y el anciano entendió que alguien había entrado en la casa, dejó el lápiz y se fue hacia el recibidor. Se encontró de golpe con Mario. Sólo le dio tiempo a exclamar ¡Tú!. Mario le tapó la boca con una mano enguantada y con la otra le agarró del cuello diciéndole ¡Calla y no te pasará nada! - Yo salí de la habitación y llegué a ver como el viejo perdía en conocimiento. Mario trató de sujetarle para que no se cayera. Pero estaba tan sorprendido que seguía agarrándole del cuello. Me quedé paralizada, no sabía que hacer. Unos instantes después Mario me dijo que lo llevásemos a la cama y me ordenó cogerlo por los pies. Sólo entonces se dio cuenta Mario que estaba sujetando al anciano por el cuello. Lo llevábamos a la habitación. Abrí la cama, lo desnudamos y lo metimos dentro. El viejo no respiraba. Entonces fue cuando limpie con la bata blanca y con los productos de limpieza que encontramos todo lo que había tocado, cogimos el dinero que había en casa, la cubertería de plata y los cuadros y nos largamos. - ¿Por qué os dísteis tanta prisa en tratar de colocar los cuadros? - Estábamos asustados con la muerte del viejo y tratamos de colocar los cuadros antes que se supiera su muerte. Así en cuanto pillásemos el dinero largarnos lo más lejos posible. No pensamos que se descubriese el cadáver tan pronto. - ¿Pensabas esta noche irte tu sola con los cuadros? Tras quedarse un poco de tiempo callada me contestó con cara de vergüenza - Sí. Pensaba dar el golpe yo sola. Después de la muerte del anciano no quiero volver a ver en mi vida de Mario. Necesitaba tener algo para irme, ya no podía volver a casa de Mario a por mis cosas y allí no tenía nada de valor. Tampoco sabía cuanto tiempo tradaríais en venir a por mí. - ¿Cómo fue lo de dejar la casa cerrada con llave? - Cuando nos íbamos Mario pensó que era mejor que la puerta estuviera cerrada para que pareciera una muerte natural y buscamos unas llaves. Estaban en el lugar más lógico. - Y una curiosidad, ¿Por qué dejasteis la dentadura en la mesilla? - La dentadura se cayó al suelo cuando lo metíamos en la cama y yo misma la dejé allí. IV Al día siguiente nos llegó el resultado de la autopsia. Esta confirmó tanto las marcas de estrangulamiento como un infarto de miocardio. Mientras acababa el informe para el Juez pensé que tendrían muy complicado demostrar que fue el infarto y no el estrangulamiento lo que lo mató. Pero ese era un problema que yo no tenía que resolver. Tenía ese caso cerrado y un nuevo expediente que leer. El de una denuncia por robo que me habían dejado encima de la mesa.

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