Puerto Natales, octubre 2050
Otra vez el cielo está oscuro. No me dejan salir a jugar. Tampoco hay cole y no veo a mis amigos. La abuela dice que esto está pasando porque no rezamos a la Candelaria, la que bendice la luz. Papá y mamá no le hacen ningún caso y tampoco me explican lo que pasa. El año pasado en octubre estábamos en el cole y venían muchos turistas. Este año ni cole ni turistas.
Los turistas son muy divertidos pero casi todos hablan raro. Papá sabe hablar raro como ellos y me cuenta algunas cosas que le dicen que son divertidas. Me gustaría salir al jardín, ir a jugar al cole, jugar en la calle con mis amigos y saludar a los turistas ya que algunos nos dan golosinas. Papá me ha dicho que hay que decirles jelou que en su lengua rara significa hola.
Como no me cuentan nada me estoy dedicando a observar qué cosas han cambiado. Son muchas. Ahora no funciona la tele solo se oye la radio. La abuela la tiene conectada todo el tiempo con las noticias. Están hablando todo el tiempo del gobierno de la nación que ahora está en Punta Arenas. Yo estuve una vez allí pero me pareció una ciudad muy grande y muy fea. Me gusta mucho más Puerto Natales aquí se podía jugar en la calle, las casas son bonitas y de colores y teníamos turistas que venían a ver Torres del Paine. El verano pasado papá me llevo allí, me pareció que era el lugar más bonito del mundo, pero ahora papá dice que no podemos ir porque hace mucho frío y está todo helado.
Es verdad hace mucho frío, nieva mucho y llueve mucho. Ahora papá ya no acompaña a los turistas a ver Torres del Paine. Ahora solo hace viajes a Punta Arenas para conseguir verduras para los que viven aquí. Antes comíamos arroz, pasta, verdura y de carne solo pollo pero ahora comemos mucho cordero y carne de vaca que me gustan mucho. La abuela me dice que tenemos buena carne porque ya no se la llevan para los de Santiago, que como el gobierno de la nación se ha trasladado a Punta Arenas y allí ya tienen corderos y vacas ya no les interesan las de aquí y por eso nos los podemos comer nosotros.
Ahora ya no viene el barco de Puert Montt. La abuela me cuenta que allí hace más calor y que es muy bonito. Me dijo que ella estuvo allí, que hay que estar 4 días en el barco para llegar. Papá me dijo que me llevaría cuando fuese más mayor, pero ahora, si no hay barco, no se como vamos a ir.
Ahora ya se ve desde casa el Glaciar Balmaceda, es uno de los pequeñitos de los de Torre del Paine. La abuela me ha dicho que se estaban haciendo todos pequeños, pero que con las nevadas están todos creciendo. Debe haberlo oido en la radio porque ella tampoco sale casi nunca de casa.
Papá va todo el día con un cacharro nuevo que tiene dos lucecitas y que cuando está encendido hace ruido como si estuviera rompiéndose algo pequeño dentro. Le pedí que me lo dejará, pero me dijo que sólo cuando sea más mayor me dejará usarlo. ¡Que rollo! siempre cuando sea mayor.
Anoche le pregunte a mamá que estaba pasando, por qué habían todos esos cambios. Mamá se quedó parada y se puso a llorar. Se acercó a mí y me abrazo muy fuerte pero no dijo nada. Creo que no podía hablar de lo fuerte que lloraba.
Mamá se sentía mal por lo que le había dicho y yo sólo le había preguntado que pasaba. Seguro que lo que pasa le hace daño a mamá y yo no quiero que le haga daño. He empezado a tener miedo de lo que pasa pero no sé lo que es.
Me gustaría saber que es eso malo pero no me atrevo a preguntarlo. Ahora mamá y la abuela está abrazadas y lloran juntas. No tenía que haber preguntado nada. me he ido a mi cuarto. están allí todos mis juguetes, pero estoy cansado de jugar sólo y ahora que la abuela y la mamá lloran no les puedo pedir que jueguen conmigo. Le pediré a papá que juegue conmigo cuando venga.
Ahora que han dejado de llorar le he preguntado a la abuela cuando viene papá y me ha dicho que no lo sabe, que están esperando que regrese del viaje a Punta Arenas. No sé porqué papá va tanto allí. El me dijo que también le gustaba mucho más Puerto Natales que aquella fea ciudad. Tengo miedo de lo que pasa y me gustaría que papá estuviera aquí. Ni la abuela y la mamá juegan ahora conmigo y me siento triste.
Me he puesto a jugar sólo con la pelota en la habitación y me ha gritado la abuela que deje la pelota que voy a romper algo, pero yo quiero jugar, si no todo es aburrido. Me asomo a la ventana y me pongo a observar otra vez. Quiero saber que pasa, porqué tengo mucho miedo igual que la mamá. Me doy cuenta que no hay nadie en la calle. !Es verdad hacia ya mucho tiempo que no se ve a casi nadie caminando por la calle!.
En ese momento veo a papá que se acerca a casa con su extraña forma de caminar por la calle. Sé que es él porque lleva siempre el mismo abrigo desde que empezó este nuevo invierno. Viene hacia casa y yo voy corriendo a la puerta para recibirle cuando casi he llegado a la puerta la abuela me agarra por el brazo y me hace retroceder. Me quejo y me pongo a llorar. La abuela me retiene y me abraza a la vez.
Cuando entra papá cierra rápido la puerta y se quita la capucha tiene cara de estar muy cansado. Mientras sigo llorando y estirando mis brazos hacia papá él se quita la chaqueta y la deja caer descuidadamente. Dejo de llorar sorprendido ya que la chaqueta de papá se quedó plantada, no se arrugó ni se cayó al suelo como cualquier otra prenda. A la vista que dejé de llorar mi padre se quito con más tranquilidad las botas y los pantalones que eran del mismo material que la chaqueta. Llevaba debajo otros pantalones.
En ese momento llegó la mamá y se lo llevó aparte y estuvo hablando muy bajito con él mucho rato. Entre tanto la abuela me seguía abrazando y empezó a jugar conmigo al juego de las cosquillas.
Cuando papá terminó de hablar con mamá me llevó a la habitación y me contó lo que estaba pasando. Eran unas cosas muy raras. Me dijo que en la otra parte del mundo unos hombres malos habían tirado unas bombas muy grandes que contenían dentro una bruja mala. Papá llamo a esa bruja radiación una palabra nueva que no sabía lo que significaba.
Me dijo que está bruja mataba o ponía muy enfermos a todos los seres humanos y a los animales también. Parece que se está extendiendo todo el mundo y que ya había llegado al norte de la nación.
Me quedé parado pensando y entendí porque se había venido a Punta Arenas el gobierno de la nación: Estaban huyendo de la bruja.
Papá también me dijo que si estaba todo tiempo haciendo frío, lloviendo y nevando era debido a aquellas bombas enormes que habían tirado. Le pregunté porque llevaba esa ropa que se quedaba de pie y me dijo que era para portegerse de la bruja, que llevaba dentro un metal que pesaba mucho y que impedida que la bruja le hiciese daño. Me explicó que no podíamos salir de casa porque los demás no teníamos traje antibruja.
Le pregunté cuándo volvería a ser verano y me dijo que aún pasaría mucho tiempo antes de que se acabará este largo invierno. Cuando me lo dijo vi que a papá tambien se le caian unas lagrimas por la cara. Yo también me puse a llorar sin saber porqué. Sentí que papá tampoco podía vencer a la bruja y que al final se nos llevaría todos Y se lo dije a papá.
Entonces se secó las lágrimas y me dijo que ahora lo importante es que la bruja no nos encuentre que tenemos la suerte de estar en una esquina del mundo y es difícil que llegue hasta aquí, él lleva ese cacharro nuevo que le ayuda a saber si la bruja se está acercando. Pero no sé porque, pero por primera vez en mi vida no me creí lo que decía mi papá y seguí llorando. Papá se quedó mirándome sin saber que hacer, levantó la vista y vió a la abuela en la puerta. Se levantó y se fue.
Cuando salió papá entró la abuela con una sonrisa muy grande. Me abrazo y me sentó a su lado. Cuando yo dejé de llorar la abuela dijo: - Ahora ya eres mayor. - ¿Por qué dices eso abuela? - Porque has aprendido algunos de los verdaderos peligros de la la vida. Son peligros de los que papá y mamá no te pueden proteger. Hasta ahora nunca fuero peligros para ti. - ¿Y qué puedo hacer yo ante esos peligros? - Puedes hacer poco contra las bombas y sus efectos, pero puedes hacer cosas por ti mismo, sin esperar a que papá o mamá te lo resulevan.
Me quedé pensando lo que me dijo la abuela. Me di cuenta que no tenía que ir contra los límites que me imponían los mayores, como salir de casa. No me dejaban salir por el peligro de la bruja mala. Tenía que hacer algo bueno por mismo dentro de casa. Pensé un par de cosas. Luego me llamaron a cenar.
En la cena nadie hablaba. Notaba que todos teníamos miedo. Lo veía en la cara de los mayores. Cuando acabe de cenar acerque a cada uno de los mayores, los abracé y les di montones de besos. Luego me fui a la cama sabiendo que había hecho una de las dos cosas que se me habían ocurrido.
A la mañana siguiente escribí estas páginas por si al final nos encuentra la bruja y nos morimos. Lo hice por si alguien lo lee en el futuro y trabaje para que nunca se fabriquen bombas grandes con brujas malas dentro.
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