En primera ronda de
eliminación me toco Rodrigo Granero. No era nuevo en el circuito pero para mí
era un pardillo. Lo vi llegar desgarbado y con las greñas que casi le tapaban
los ojos.
Tuve un mal día. En
cuatro hoyos la bola estuvo a punto de entrar pero no conseguí el birdie.
Llegamos empatados al último cuando debería llevar tres o cuatro golpes de
ventaja. Era un par cuatro, largo pero rectilíneo y con el green en alto. Le
tocaba empezar a él. Me fije como agarraba el hierro equivocado para su golpe.
Tenía el aspecto de un labrador que va a levantar terrones. Con el hierro
demasiado ligero su golpe fue corto. Tuvo la fortuna que quedo sobre una loma
desde donde podría apuntar bien a la bandera.
Bien concentrado di
mi golpe que salió centrado en la calle. El viento lo desvió a la izquierda y mi
bola pasó velozmente junto a la de Rodrigo y la perdí de vista por lo abrupto
del terreno.
Se me agrió el
gesto al ver que mi bola había perdido velocidad en una vaguada por la que
acabó fuera de la calle. Otra vez tendría que golpear en la hierba para tratar
de meterla en el green. Di un potente golpe. La bola frenada por la hierba no
logro alcanzar su destino por muy poco y rodo hasta la arena. El bunker a la
izquierda del green atrapó mi bola.
Vi a Rodrigo
sonriente en la loma agarrando su palo como si llevara un bate de béisbol. Con
una postura incorrecta lanzo un tiro algo desviado a la derecha. El cabrón afortunado
consiguió evitar el bunker de aquel lado y la bola entro en el green a más de
quince metros del hoyo.
Aún tenía
posibilidades si daba un golpe perfecto para sacar la bola del bunker. Debía
golpearla por debajo para hacerla rodar sobre sí misma y que rebotara en el
Green cerca del hoyo. Lo conseguí.
Para ganar Rodrigo tenía que
embocar desde lejos. Puso sus rodillas en horrible postura en la que parecía
que iba a cagar en vez de golpear. Lo suyo más que un golpe fue una pedrada. La
bola salió con tanta fuerza que parecía que saldría del green por el otro lado.
Pero no fue así. Al pasar por encima de hoyo completamente centrada la bola
penetró en vez de proseguir el recorrido que yo esperaba.
Ahora a aguantar
a la prensa en tropel. A tener que felicitar al ganador para que no digan de mí
que soy un engreído. Me rumiaré mi deseo que Rodrigo Granero, el gañan de la
greña, pierda mañana como he perdido yo. Mereciendo ganar.
José Luis
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