Cuando entré en el "Venus in furs" me recibió una muchacha con unas botas hasta la rodilla que apenas habría cumplido la mayoría de edad, sonaba "Psycho Killer" de los Talking heads y había dos señores beodos sentados en la barra enzarzados en alguna discusión de borrachos. Me acompañó hasta su camerino, retiró un montón de ropa de encima de una silla y me indicó que me sentase. Saqué la grabadora del maletín y mi cuaderno de notas, ella encendió un cigarrillo y se quedó de pie, apoyada en el marco de la puerta mirándome.
—¿Quiere uno? —la chica me ofreció la caja y dio una calada llenando el pequeño habitáculo de humo.
—No fumo, gracias —puse en marcha la grabadora—. Quisiera que me hablases de Miranda.
—Aquí nadie la conocía mucho y en general nunca dio problemas— se sentó frente al tocador dándome la espalda.
—¿Erais amigas? ¿Sabes si podía tener algún conflicto con alguien? —la muchacha me miraba a través del espejo.
—Ya le he dicho que aquí nadie la conocía mucho, hacía su faena y se marchaba. Era la favorita del pintor, es probable que eso le causase algún conflicto.
—¿El pintor?
—Si, todas queríamos ganarnos a ese tipo —apagó el cigarrillo en el cenicero y se atusó el cabello—. Pero ella era su musa.
—Y eso le generó problemas, dice.
—Mire, yo no sé mucho. Tuvo una discusión hará un par de semanas. Todo empezó cuando apareció aquella dentadura postiza en el camerino de Gloria, entre sus bragas. Estaba convencida de que Miranda la dejó ahí para castigarle por ponerle la zancadilla cuando estaba bailando para el pintor. Quizá debería hablar con ella.
La chica me acompañó hasta el camerino de Gloria y toqué a la puerta. Me abrió una mujer muy corpulenta, no le hizo mucha gracia verme allí. Me presenté, puso los ojos en blanco y me invitó a pasar. Tomé asiento en una silla frente al tocador y saqué la grabadora y el cuaderno de nuevo.
— Y bien, señor agente, ¿soy sospechosa de algo?— se sentó frente a mí en un gran sofá de cuero con las piernas cruzadas y me miró con arrogancia.
—Tan solo estoy reuniendo unos cuantos datos, debo rellenar un informe sobre la desaparición de una compañera suya, Miranda —encendí la grabadora—. Me han contado que tuvieron una discusión hace un par de semanas.
—Esa zorra me dejó un regalito entre mis bragas. Se lo tenía muy creído con eso de ser la favorita del pintor así que fui a bajarle los humos. Me la encontré chutándose en el camerino, hasta sentí un poco de pena. Mire, yo apenas conocía a la chica, estará tirada en algún piso de yonquis. Si quiere información será mejor que hable con el jefe.
Me indicó que su jefe se encontraba en las oficinas, dos pisos más arriba, y me acompañó hasta el montacargas. El tipo me recibió en bata y calzoncillos, con un breve gesto de cabeza y un gruñido me invitó a pasar. Pulsé el "play" de la grabadora.
—Gloria tiene mucho carácter pero no haría daño a una mosca. Todo ese asunto de la dentadura postiza— hizo una pausa y se levantó para servirse un vaso de whisky— ¿Quiere uno? —negué con la cabeza— Gloria me debía pasta así que estuve rebuscándole en el camerino, todavía no me he acostumbrado a esta cosa así que a veces la llevo en el bolsillo, debió de caerse de ahí y para cuando me di cuenta Gloria ya estaba montándole un pollo a la chica. Todas estaban un poco nerviosas con el tema del pintor.
—¿Qué puede decirme del pintor?
—Ese tipo no era de aquí, había oído cosas, a veces se llevaba a alguna de las chicas y las sacaba de esto. Las convertía en modelos. Todas estaban locas por él. Quizá se la ha llevado fuera, a París, vete tú a saber dónde. Estas chicas no le importan a nadie.
Cuando salí del "Venus in furs" estaba atardeciendo y llovía a cántaros. El tipo tenía razón, estas chicas no le importan a nadie. La muchacha era drogadicta y tenía algo con ese pintor, llegaría a la oficina, redactaría el informe y todo habría acabado.
Hada
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