martes, 16 de octubre de 2018

relato de Ofelia

En una ciudad, de un país imaginario, donde los habitantes disfrutaban acogiendo a todos los viajeros que a ella llegaban sin importar raza, creencia, edad, ideología, profesión, etc.....; vivía un pequeño pintor que no podía vender sus pinturas, porque los que podían comprarlas económicamente preferían realizar sus inversiones en otros bienes, y algunos a los que les gustaría no podían permitírselo por su baja economía.
El pequeño pintor deseaba seguir plasmando en sus pinturas lo que él quería dejar para futuras generaciones y pensaba que le podría pasar como a otros pintores de antaño que no fueron reconocidos en sus épocas respectivas, pero sí pero rente en subastas multimillonarias.
Este pequeño pintor no podía permitirse el lujo de pagar modelos para realizar sus pinturas, se sentía frustrado, incomprendido, descorazonado pues quería ser autosuficiente y vivir del trabajo que le apasionaba, como les pasaba a otros muchos de diferentes profesiones.
El pequeño pintor lo poco que recogía de vender algún pequeño dibujo o pintura lo invertía en comprar pinturas y materiales para para hacer realidad su pasión que era pintar.
Un día decidió dar un paso adelante y adentrarse en un mundo para él desconocido, un club pero de striptis, pero no para ver con ojos de lujuria,ni de miron sino para poder plasmar en sus cuadernos los movimientos de la figura humana, y así posteriormente poder realizar sus pinturas. Algunos empezaron a pensar mal de él, a juzgarlo sin conocerle, sin saber el porqué, para que o que le había llevado allí.
El pequeño pintor para poder realizar sus pinturas modeló una dentadura para tenerla como referencia y modelo para sus retratos, sus sonrisas y sus tristezas.
Cuando el pequeño pintor volvía del club cada noche recuperaba las ansias por realizar sus pinturas, sin importar la hora. Y de esa manera hacía realidad su pasión por la pintura.
Siempre hay alternativas a nuestras frustraciones, incomprensiones y decepciones. Hay
momentos en que no puedes más pero si pones un pie detrás de otro poco a poco podrás, no volar pues no somos aves, pero si hacer realidad tus sueños. Y sobre todo no escuches o no hagas caso de los chismes y difamaciones porque nadie te conoce, a veces ni los que a tu lado están.
El pequeño pintor no sé puso el mundo por montera, pues tenía los pies en el suelo, y aprendió a ser feliz pues a pesar del que dirán encontró el medio de realizar sus pinturas.

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