VÍVIDA VIDA
-Con las ofertas que tuviste fuera de España ¿Por qué te quedaste?
-Era más seguro lo que conseguí aquí.
-Pero si tenías trabajo en Suiza. En una empresa distribuidora de gas.
-No hablaba alemán. Tampoco me apetecía aprenderlo.
-El trabajo era Lausanne y allí hablan francés.
-Era un cambio muy brusco. No sólo por cambiar de país. También tenía que
adaptarme al clima, al carácter y las costumbres de los suizos. Preferí lo que
tenía aquí.
- ¿Por qué no te fuiste a trabajar a Venezuela? Allí no tenías cambio de
idioma. El clima era mucho más cálido. Las costumbres más similares a las
españolas. Habrías tenido un trabajo seguro y bien pagado. Era una empresa
pública.
-No lo elegí e hice bien. La empresa fue privatizada y luego la cerraron. Además
recuerda que el peso venezolano se devaluó muchísimo al año siguiente de la
oferta de trabajo. Me habría encontrado sin trabajo y con muy poco dinero.
-Con la inflacción que teníamos en aquí ¿Como díces que era más seguro lo
que tenías?
-Entré a trabajar en la Admistración Pública.
-Con un contrato de un año que no te podía prorrogar.
-Aún así prefería quedarme. Me dijeron que convocarían la plaza dentro del
año.
-Con el paro tan alto que había sabrías que tendrías mucha competencia. Era
muy dificil que ganaras tú la oposición. La convocatoria era sólo un puesto de
trabajo.
-Confié en mí mismo.
-Imagina si te hubieras ido a Suiza. No habrías tenido que opositar.
Tendrías un trabajo mejor pagado y allí habrías estado mejor considerado que en
España.
-No puedo imaginar cómo habría sido mi vida en Suiza. No tomé en consideración
esa posibilidad porque acababa de entrar a trabajar aquí. Sólo tenía en mente
consolidar mi trabajo en la Administración.
-Tu vida habría sido mucho más interesante viviendo en los valles de los
Alpes. Imagina vivir con esa calidad de vida en un país de los más ricos del
mundo.
-No me lo planteo ni entiendo como eres tú quién hace esos planteamientos
-¿Por qué dices eso? Quiero comprender tu decisión.
-Te responderé con una pregunta ¿Por qué no lo elegiste tú mismo?
Desperté con la respiración entrecortada.
No era la primera vez que me pasaba. Había tenido este tipo de sueños de forma
reiterada. Soñaba con esta conversación donde cambiaban los destinos en el
mundo, pero siempre se repetía la elección de quedar en el puesto de trabajo de
la Administración Pública en España. En la conversación, que no era acalorada, yo
era la persona que ahora soy recién jubilado con mis bien llevados 65 años y la
persona con la que hablaba era un joven de unos 25 años de edad. Despertaba
sobresaltado cuando me daba cuenta que el joven era yo mismo a esa edad.
Me puse a escribir inmediatamente el
sueño. Era lo que me pidió Juan mi psicólogo. Me había dicho que analizaríamos
con detenimiento lo que soñaba si conseguía escribirlo. Que sacaríamos
conclusiones importantes.
Cuando acabé de escribir tuve la
sensación que en el texto habían muchas cosas que hasta ese momento no me había
dado cuenta. Juan me explicó que las respuestas a los problemas que nos pasan
están en los sueños. Estos se producen para que los veamos con claridad. Como
me encontraba muy a gusto con mi recién empezada jubilación no le hice
demasiado caso en la primera sesión. Pero el sueño se repetía noche tras noche
y tuve que volver a verle.
Aunque tuviera estos sueños que me
despertaban con sobresalto, durante el día me sentía bien. Viendo la vida que
había llevado no me podía quejar. No tuve apreturas económicas nunca. Tenía una
buena paga de jubilación. Una salud buena que me permitía hacer bastante
deporte. No eran los que había practicado de joven, pero ahora caminar, nadar e
ir en bicicleta me hacían sentirme fuerte.
Aún así había algo detrás de todo esto
que no me terminaba de satisfacer. Decidí pensar en lo que no me había dado la
vida y empecé a anotar los temas que iba revisando.
Lo primero que me vino en mente fueron
los hijos. Me habría gustado tener alguno. Quizá de haberlo tenido ahora no
tendría una economía tan boyante. Pero el deseo siempre ha estado ahí. Con el
paso de los años el deseo perdió intensidad. Comprendí que la labor de padre
hay que empezarla joven. De mayor se hace muy cuesta arriba dormir sólo cuando
tu hijo duerme, tener que jugar con él todo el día y acabar reventado o tener
que implicarse de lleno en su educación. Me convencí que los hombres quiza no
tengamos como las mujeres un reloj biológico para la paternidad, pero con la
edad sí lo tenemos físico. Con esa idea dejé de pensar en tener hijos.
Traté de pensar si el joven con el que
me encontraba en los sueños era una especie de hijo no tenido. Pero no era así.
Me despertaba bruscamente al darme cuenta que era yo mismo quien estaba delante
de mí.
Pensé en otra cosa que no me hubiese
dado la vida. Me planteé si fue el hecho de no haber consolidado una relación
estable con ninguna mujer fuera la causa de estos sueños. No encontré relación con
los sueños. Era al revés. No había tenido hijos porque no había tenido una
relación estable. Ninguna de las mujeres con las que conviví quiso tener hijos
conmigo excepto la primera. En ese caso yo veía el final de la relación
inminente y fui yo quien no quiso.
Revisé si tenía alguna sensación
negativa por los viajes que no hice y que deseaba hacer. Lo único que conseguí
fueron ganas de iniciar los preparativos para ir a Vietnam. Me habían dado muy
buenas referencias para recorrer el norte de ese país.
Recordé mis malas relaciones con algunas
personas que conocí a través de mi trabajo y me dí cuenta que todas ellas
habían quedado atrás con la jubilación. No había vuelto a entrar en el edificio
en el que trabaje en mis últimos 20 años de funcionario. Si que había quedado
para comer con excompañeros pero ni una sola visita al trabajo.
De mis amigos tampoco encontraba motivos
de queja. Estaba por dejar mi búsqueda alrededor de mis carencias cuando me di
cuenta de algo verdaderamente importante. Me pregunté si la vida que había
llevado había sido satisfactoria para mí y la respuesta que me llegaba en la
mente era que sí, pero algo dentro de mi me decía que no.
Traté de ver la insatisfacción y
descubrí algo que me hizo ver lo que Juan quería que encontrara. Todo el tiempo
había considerado que mi vida había sido satisfactoria por la ausencia de
problemas serios y por lo que me decían todos aquellos que me rodeaban. Ellos
hablaban de la suerte que había tenido, de la de lios que me había librado por
no tener mujer e hijos, de los viajes que había podido hacer, del cochazo que
tengo... todo externo, pero nada interno.
Me había sido mucho más fácil creer a mi
entorno que a mi mismo. En verdad no había conseguido en la vida aquello que
quería. En mi mente surgió una imagen que me erizó el vello del cuerpo. Me
acababa de dar cuenta que lo que siempre había desado era tener mi propia
familia.
Enseguida comprendí el mensaje de los
sueños. En ellos me estaba reclamando a mi mismo haber tomado otras decisiones
laborables que me hubiesen llevado a otras partes del mundo. Quiza en otro
sitio podría haber encontrado la persona adecuada con la cual tener una
familia.
En ese momento me imaginé a mi mismo con
un nieto en mis brazos y empecé a llorar. Estuve así más de una hora. Al final
ya no sabía si lloraba por la imagen tan intensa de un bebé en mis brazos, si era
por haber dejado pasar la opción de ser padre, o si era por no haber tomado la
decisión de haberme ido hacer mi vida a otra parte.
Cuando dejé de llorar me descubrí a mi
mismo con ganas de vivir lo que aún no había vivido. Quizá nunca tendría una
familia pero al menos trataría de hacer sólo lo que yo quisiera. Me prometí que
nunca más haría caso a lo que opinasen los demás con respecto a mi vida.
José Luis Romero