MARTA
A Marta solo la veía una vez al año. Era en la cena de empresa. Es la mujer
del Gerente. Año tras año siempre se la veía tras la estela de su marido, pero
esta vez me quedé boquiabierto cuando entró. Lo primero que pensé fue que la mujer
tan espectacular que venía junto al jefe
no era Marta. Luego me di cuenta que era ella con más pecho que en los años
anteriores. Eso sí, no se los puso exagerados. Además era la mujer con el vestido más elegante y llamativo de todas. No
podía dejar de mirarla.
Esa entrada triunfal fue sólo la primera sorpresa. Al final de la cena y en
las palabras de agradecimiento a los empleados
el gerente, anunció que se retiraba pronto ya que tenía que ir a Madrid
al día siguiente para las cuentas anuales de la empresa. La siguiente sorpresa
fue Marta se quedó.
Los teníamos obligaciones familiares fuimos a un discopub. Marta se
vino con nosotros. Nunca había tenido con ella más allá de un saludo cortés.
Ahora tenía ganas de conocerla y de algo más. Marta se puso a bailar nada más llegar,
cuando paró y se fue a la barra para pedirse una copa y yo también fui.
Era una oportunidad única de ir a por ella.
Era una oportunidad única de ir a por ella.
-Estás muy
cambiada.
-Espero que sea
para mejor - dijo ella sonriendo-
-Mucho mejor. Te
he observado esta noche y ahora se te ve. Otros años estabas a la sombra de
Pablo.
-Me he dado
cuenta que muchos hombres me miraban esta noche. Tú también.
-¿Tanto se me ha
notado? -dije fingiendo tono de preocupación-
- Lo que haces se
nota. Todos los años hacéis el payaso los comerciales. Estaba a la espera de
vuestro teatrillo demostrando lo que tenéis que hacer para vender.
-¿Eso es qué te
ha gustado todos los años nuestro teatro?
- Todos no, pero
el de este año sí. Me he reído mucho en especial cuando Miguel hacía de posible
compradora y tú tratabas de ligártela.
-¿Tan mal lo
hacía?
- Mal no, peor.
Desde luego así no ligarás nunca.
-¿Qué tengo que
hacer para ligar? -dije haciéndome el inocente-
-¡Como si tú no
lo supieras hacer! -dijo ella añadiendo en tono condescendiente- Una mujer
tiene que sentir que estás pendiente de ella, que te sientes atraído, que le
gustas. No puedes ir enseguida a lo único que tenéis los hombres en la cabeza.
-Dejemos de lado
la actuación, que era solo teatro. Estoy encantado de estar aquí y poder mirarte sin disimulo.
-¿Estás
intentando ligar con la mujer del jefe?
-Estoy intentando
acercarme a Marta. La mujer que hoy me ha deslumbrado.
-¿No te da miedo
que te diga que sí y que todos se enteren en la empresa de lo que has hecho?
-Los comerciales
somos muy atrevidos, no nos frenamos ante el riesgo y a veces hacemos locuras.
Pero no quiero hacer una locura contigo.
-Si no quieres
hacer una locura ¿Qué es lo que pretendes?
-Tengo claro no
que no pretendo. Si mi situación sería jodida si pasase algo publico entre tú y
yo la tuya podría aún ser peor. Yo no puedo consentirme eso.
-No te preocupes
tanto por mí. Mis problemas los resuelvo yo. Quiero saber lo que quieres tú.
-Quiero estar
contigo sin que se entere nadie de los que están aquí. Pero también que te apetezca a ti.
Marta se quedo callada sonriéndome. Habíamos jugado muy fuerte los dos.
Ambos intuíamos muchas más cosas de lo que acabábamos de decir. Yo sabía que la
convención de Madrid era en verdad pasado mañana y no mañana, que el gerente se
iría con Rebeca. Intuía que la actitud de ella era la que era porque ella se
habría enterado de la situación. Por otra parte yo no soy muy guapo, pero gusto
mucho a las chicas. No es casual que sea era el comercial que más vende teniendo
en cuenta que la mayoría de los clientes de la empresa son clientas. Marta lo
sabría ya que me habían premiado por ser el mejor vendedor en toda España en
una de las cenas de los años anteriores. Pensé que los dos sabíamos que nos estábamos buscando
esa noche y para que estábamos buscándonos.
Tras la sonrisa se puso seria y me dijo:
-No te creas que
esta noche estoy aquí por despecho hacia Pablo. Lo suyo con Rebeca lo sabe todo
el mundo. Lo sé hace tiempo. Las esposas solemos enterarnos enseguida de estas
cosas. Hoy mismo me lo ha dicho una de tus compañeras y me he reído. Estoy aquí
porque me apetece divertirme.
-Me encanta que me lo digas. Yo me siento atraído por ti. Esto no tiene
nada que ver con él.
- Me cuesta creerte. ¿Sabes mi edad? Debo tener 15 años más que tú.
¿Qué tiene que ver la edad para sentirse atraído? No creas que solo atraes
con tu físico, que atraes. Me encanta tu espontaneidad, tu alegría, tus gestos,
tu sonrisa...
-¡Para, para, para! no soy la cliente habitual a la que tienes que
convencer.
-Entonces dime tú lo que quieres. Hasta ahora solo has dicho que quieres
divertirte. Yo también quiero divertirme contigo. Quiero que los dos lo pasemos
bien. No me importa tu edad. Me importa que me atraes.
- ¿Que me propones para que nos divirtamos los dos?
-Besarnos, abrazarnos, acariciarnos, sentirnos..
-Y follar ¿supongo?
-También, claro. -dije un tanto sorprendido-
-Entonces ¿Cuál es tu plan? Quizá que salgamos de aquí cogiditos de la
mano.
-Eso seguro que no -dije sacando la cartera-
-¿No irás a invitarme a la copa? -dijo riéndose-
-No. Mientras los
demás ven que pago la mía yo dejo sobre la barra la tarjeta de visita en la que
está escrita la dirección de mi casa. Yo me voy ya. Te espero allí.
Tras pagar me alejé de la barra y saludé a los compañeros diciéndoles que
me iba. Antes de salir miré hacia la barra. Marta ya no estaba allí. Tuve un
momento de duda pero comprobé que mi tarjeta de visita tampoco estaba donde la
dejé. No sabía si ella se había ido del discopub mientras saludaba a los demás
o si se había ido al baño. Lo único que podía hacer era ir a casa y
esperarla.
Mientras conducía a casa repasé mentalmente lo sucedido y respiré
tranquilo. La esperaría convencido que vendría. Casi seguro la tendría que
esperar un buen rato. Separar el tiempo de la salida entre uno y otro era la
mejor coartada. Seguro que ella habría ido al baño y se pondría a bailar otra
vez. La había visto disfrutar en la pista.
Ya en casa me di cuenta que me sentía un triunfador. Marta era una mujer de
bandera, no era un ligue más. Incluso tuve mis dudas de quién se había ligado a
quién. Pero eso no importaba, la esperaba y me sentía feliz por ello y porque
mi mujer tuviera turno de noche en el hospital.
José Luis
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